LOS ASOCIALES, DEPRESIVOS EMOS

La autolesión y la fustigación que hasta ahora parecían reservados a los amantes ocultos del sadismo y el fetichismo erótico y a los frikis más extremos de las procesiones religiosas (cosa que no se a vosotros, pero a mi personalmente me ha impactado siempre enormemente) ha llegado a un nuevo colectivo urbano.

Ocultos tras ropajes dignos de una convención mangaka de cosplays, la autodepresión y los peinados imposibles y multicolores, estos individuos ahogan (o incrementan) sus penas automutilándose (cosa que se les atribuye aunque yo lo encuentre bastante dudoso y si es así, mira tú que poca originalidad), o escuchando a grupos musicales como los My Chemical Romance, a pesar de que Gerard Way (cantante y líder de la banda), describiese a este inofensivo colectivo social como "una bolsa de  basura llena de mierda" (palabras textuales), un motivo más para la tristeza de estos, ya que ni sus propios ídolos los aprecian.

Como ya sabréis (y si no es así, os invito encarecidamente a que visitéis a un neurólogo), estoy hablando de los emos, grupo que aún siendo todavía pequeño en nuestras tierras, cada día se hace mayor y ya ahora, en estos momentos podemos (si nos fijamos mínimamente), localizar las afeminadas siluetas de los varones de este grupo y las tímidas formas de sus compañeras del género femenino.

Para su mala suerte en el panorama mundial, parecen tener serias complicaciones de adaptación social a lo largo y ancho del globo terráqueo, donde se ven sometidos a vejaciones, tales como la protagonizada en Méjico donde se organizó una quedada masiva para ir en busca de estos simpáticos imitadores de Eduardo Manostijeras, con el fin de machacar el cráneo que esconden tras sus puntiagudos cabellos.

A mí personalmente, me caen simpáticos y despiertan en mí interior un sentimiento que se debate entre la lástima y el cariño amigable que alberga todo ser bondadoso al ver a un animalillo desamparado. Desgraciadamente, su adaptación a nuestro hábitat  no solo depende de mí así que no me queda más remedio que preguntaros: ¿Aceptareis a estos delicados seres faltos de amor, o por el contrario desplegareis sobre ellos el fruto de vuestra frustración interna a modo de persecuciones, insultos y desprecio? Su destino depende de vosotros.